Jesus Quiroz Zabala Miér Mar 03, 2010 5:22 pm
La matemática es difícil
El objeto de la matemática es un tanto imperceptible. La abstracción de las propiedades cuantitativas o geométricas que caracterizan a las primeras nociones estudiadas en los cursos de matemática, constituyen un proceso de complicada asimilación. Pequeños errores en este proceso hacen muy difícil la asimilación de nuevos conceptos y procedimientos, generando grandes traumas futuros. Por otra parte la memorización de una nomenclatura diferente y muy precisa introduce componentes que no son usuales en la vida diaria.
A la vez, tales formas de pensar, de poder "desmaterializar" los objetos, son parte de nuestra relación con la naturaleza, que nos diferencia de otros animales avanzados. La comprensión de propiedades globales de los objetos que se nos presentan no se hace por mera acumulación. Se hace por reordenamiento, por asociación de similitudes, que son parte fundamental del conocimiento matemático. La aceptación y comprensión de las dificultades de la matemática y, a su vez, de la necesidad de su aplicación son básicas para poder analizar el problema de la matemática con altura y competencia.
El grave problema de la enseñanza de la matemática no es privativo de esta disciplina.
En la actualidad se da por aceptado que todo el sistema
educacional está en crisis. Que la velocidad de los cambios en
los grandes y en los pequeños procesos, introdujo inmensas
dificultades en la sistematización del conocimiento y, por
tanto, en su divulgación y enseñanza.
La enseñanza de la matemática es problemática
El grave problema de la enseñanza de la matemática no es privativo de esta disciplina. En la actualidad se da por aceptado que todo el sistema educacional está en crisis. Que la velocidad de los cambios en los grandes y en los pequeños procesos, introdujo inmensas dificultades en la sistematización del conocimiento y, por tanto, en su divulgación y enseñanza. Sin ser muy rigurosos se puede decir que la interacción alumno-docente que caracteriza el aprendizaje se da sobre la base del estado actual del conocimiento y está fuertemente influida por los intereses de ambas partes. El docente, la parte conservadora de esta relación, la que representa lo social, lo adquirido, lo a conservar (en este sentido usé la expresión 'conservadora') tiene grandes dificultades para mantenerse al día con los conocimientos. El estudiante es sacudido por elementos ajenos a la enseñanza formal: los medios de comunicación, la cultura de consumo, en unos casos; el atraso cultural, la destrucción de la familia, la pobreza endémica, en otros; peor aún, todo mezclado, tantas veces. Para cumplir adecuadamente su función el docente debería saber cómo se reflejan estos aspectos en el estudiante cosa que en la actualidad habitualmente no sucede. Este desfasaje entre lo que el docente tiene para transmitir y lo que el estudiante espera recibir genera un desinterés que interfiere de manera fundamental en el aprendizaje.
Por otra parte las dificultades de la disciplina también se manifiestan en frecuentes cambios de programas, métodos pedagógicos y énfasis temáticos que dificultan la formación de sus docentes. Éstos no logran acompasar su formación y actualización a los cambios de la disciplina y a los incrementados (tanto en número como en calidad) requerimientos sociales. En los últimos 30 años, por ejemplo, hubo al principio un viraje pronunciado hacia la enseñanza muy formalizada (que se dio en llamar Matemática Moderna), y luego una rediscusión radical de tales orientaciones. Esto abrió incluso enconos difíciles de superar entre adeptos a unas y otras posiciones.
Todo esto hace que la matemática se enseñe mal en su forma y en sus contenidos, lo cual constituye una grave falla social. De lo antes expuesto queda claro que no soy de los que opinan que todo esté en manos de quienes enseñamos matemática; tampoco creo que sólo con un gran esfuerzo pedagógico los problemas del aprendizaje de la matemática puedan ser solucionados. Pero la percepción de nuestras limitaciones no nos exime de la obligación de pensar, opinar, dar soluciones, a problemas tan acuciantes y de indudable impacto cultural.
En lo que resta de este artículo, presentaré, a través de breves bloques temáticos, algunos de los problemas del aprendizaje de la matemática en niños que están finalizando la enseñanza primaria.
Los docentes no logran acompasar su formación y actualización a los cambios de la disciplina y a los incrementados (tanto en número como en calidad) requerimientos sociales.
Procedimientos estandarizados
Además del almacenaje de información, el saber matemático incluye la realización de un número muy grande de operaciones y rutinas a ser aplicadas en el orden correcto, con precisión. Dentro de estas operaciones incluyo ciertas propiedades de uso sistemático. Veamos algunos ejemplos: la conmutatividad de las operaciones elementales (cuyo conocimiento disminuye el número de tablas a recordar); "el símbolo de + se transforma en el de - al pasar un sumando para el otro lado del símbolo de ="; la realización de operaciones iterativas, en que la repetición es la clave del éxito (la división, por ej.) Esta destreza incluye también la buena utilización o el adiestramiento en la memoria presente, para no quedar perdido en medio de un razonamiento de muchas etapas.
Esta capacidad para integrar diferentes informaciones y procesarlas de manera más o menos rutinaria es también parte de la buena formación en matemática. Su carencia genera la imposibilidad de saber qué hacer con objetos matemáticos usuales y cómo continuar con operaciones previamente estudiadas.
De igual manera que en la evolución de las ideas, también en la enseñanza los conceptos deben ser introducidos a medida que van siendo solicitados por los tópicos enseñados, a medida que el alumno esté en condiciones de apreciar críticamente la importancia de lo que está aprendiendo.
Lenguaje, símbolos y padrones
El aprendizaje de la matemática depende mucho de un lenguaje y símbolos propios y específicos. Estos lenguajes y simbolismos la hacen a su vez más inaccesible. Se puede decir que son un "mal necesario". Es interesante observar que esos elementos decisivos en el progreso de la matemática demoraron mucho en desarrollarse con toda fuerza; recién se consolidaron en el siglo XVI con el desarrollo de la notación y el formalismo del Álgebra.
Las dificultades inherentes al lenguaje y simbolismo
matemáticos obligan a tener el debido cuidado en la utilización de tales instrumentos en la enseñanza. El lenguaje mismo no motiva; las ideas sí. Ningún alumno se puede interesar por cosas donde no vea algún elemento que le satisfaga o agudice su curiosidad. Esto incluso es verdad para los matemáticos que contribuyen al desarrollo de su ciencia. Están interesados en las ideas, métodos y técnicas que hacen parte de la disciplina. Vamos introduciendo lenguajes y simbolismos por necesidades prácticas. Lo mismo se puede decir en la enseñanza: introducirlos cuando se hacen necesarios para auxiliar el aprendizaje de cosas verdaderamente relevantes.
En esta categoría de problemas también entran los padrones, esquemas, palabras claves, que el estudiante debe poder reconocer rápidamente para utilizar las técnicas adecuadas. Las representaciones geométricas, el reconocimiento de figuras o de presentación gráfica (columnas, diagonales, de conjuntos de números) forman parte de las pericias a que hacemos referencia en este ítem. Estos procedimientos incluyen dosis muy grandes de abstracción, pues estos padrones aparecen con presentaciones explícitas o visuales muy diferentes. La interpretación precisa, incluso visual, de algunas definiciones abstractas, es crucial para avanzar en la comprensión de diversos entes geométricos: circunferencia, paralelas, equilátero.
El lenguaje, los símbolos y los padrones matemáticos bien asimilados y utilizados sistemáticamente en otras esferas de la actividad y la ciencia son herramientas de comunicación y sistematización fundamentales. Enriquecen la capacidad de transmisión, simplifican modos de pensar, ayudan a llegar directamente al meollo de problemas. Más aún, el buen manejo de estos elementos en el lenguaje oral, clarifica la presentación de ideas complicadas y evita los circunloquios y rodeos en la descripción de situaciones.